sábado, 4 de febrero de 2012

El deporte nacional


 Probablemente, si le preguntara a un extranjero si conoce España y sus maravillosas costumbres me contestaría que cómo no, y que es un fiel adorador del sol, la playa, la siesta, el pasodoble, la terraza y el paseíllo conocido como vino-tapa. Así mismo, probablemente me dijera que a los españoles nos encanta hablar a gritos e ir de terrazas. Imagino que sería capaz incluso de enumerarme alguna de las fiestas patronales por las que somos mundialmente conocidos, como San Fermín, así como otras muchas costumbres, de esas nuestras tan patrias. Pero me juego el pescuezo a que se olvidaría de mencionarme el deporte nacional, y no me refiero al fútbol, sino a opinar. De todo y sobre todo. 

En estos tiempo, menos convulsos de lo que deberían pero con un cierto despertar social, esa manía tan nuestra se ha visto especialmente reforzada, pero dicho refuerzo  no ha ido aparejado a un aumento proporcional del actuar de la ciudadanía. Me explico: seguimos opinando, mucho y más, pero en la barra del bar.
Y puede ser que alguien diga “Yo estoy en mi derecho de decir lo que quiera” y añadir esa otra frase tan española de “Mientras no haga daño a nadie”, pero mi contestación será “Pues mira bonito, con tu crítica nada constructiva me haces daño a mi”.  Anda, y eso ¿por qué?, pues porque con esa tendencia a quedarnos parados, a comentar lo que nos parece mal con la vecina, con el amigo, la frutera,  el camarero…y luego irnos a casa en vez de organizarnos para cambiar esa realidad sólo conseguimos una cosa: que las decisiones que se cambian desde las cúpulas del poder que coinciden con nuestras quejas las tomemos como una victoria y nos conformemos porque, total, ya hemos conseguido algo.
Bueno, no está tan mal, ¿no? Al menos ese “algo” sí que lo hemos cambiado. Pues NO. En una época en la que no hacemos más quejarnos de los políticos que tenemos y de la falta de democracia que impregna nuestro sistema, al menos deberíamos preguntar por qué, sin necesidad de hacer presión de ningún tipo, algunas de nuestras quejas son escuchadas.
   


Y para muestra, un botón: así ha sucedido con el último anuncio del actual Ministro de Justicia, que vino a decir que se iba a proceder a instaurar la cadena perpetua en el sistema penitenciario español, a raíz de las quejas vertidas por gran parte del conjunto de la sociedad relacionadas con el caso de Marta del Castillo y del caso Mariluz. Estas dos cuestiones judiciales, que han sido ampliamente tratadas y seguidas por los medios de comunicación, han calado hondo en este sentir tan profundo que tenemos nosotros, los españoles ( y olé!), haciendo que la gente alzara su voz para pedir penas más duras para los violadores y los niñatos. Y se escuchó la petición. Pero la cuestión no es ésa, sino si ese sentir social se había generado realmente a raíz de darle una lectura profunda a las causas judiciales (los autos, las sentencias que se publicaron) o si más bien se había gestado gracias a las noticias morbosas emitidas por los telediarios, las  entrevistas y los especiales de programas como Sálvame, o La Noria.
Porque ése es otro gran problema que tiene el “opinar de todo y sobre todo”: la formación y la información en la que se basan las quejas que expresamos; porque al ser imposible saber y conocer, ni siquiera de manera superficial, de todo lo que opinamos, generalmente manejamos información dada por los medios de comunicación, que qué casualidad, son propiedad y están manejados por aquellas cúpulas que más criticamos y que luego nos conceden dádivas.

En fin, que el gobierno anunció la instauración de la cadena perpetua junto con la aplicación de tasas judiciales de pago obligatorio para poder acceder a la Justicia española. Y vosotros, que no hacíais más que opinar en la barra del bar de lo injusto que era que esos delincuentes estuvieran sólo 20 años en prisión, porque cuando visteis al padre o a la madre de la víctima en la tele os dio mucha pena y os identificasteis plenamente con ella, os olvidáis de que ese objetivo que perseguíais  y que creéis que habéis conseguido gracias a vuestras críticas al sistema, ha sido anunciado con la imposición de otra medida que atenta contra dos preceptos constitucionales, a saber: el derecho de igualdad y la tutela judicial efectiva.

Pero oye,  si cuando desaparezca la pantalla de humo  os dais cuenta de que no podéis recurrir en vía judicial porque no os sobran 500 € para pagar las tasas nuevas ya despotricareis mientras os tomáis un café.

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