En los últimos meses, sobre todo y
en gran parte gracias a determinados acontecimientos sociales, la ciudadanía
española parece que ha despertado de su letargo y empieza, poco a poco, a
movilizarse. No faltan motivos, puesto que debido a la grave crisis económica
que atravesamos y al resultado de las últimas elecciones generales que
vaticinan un endurecimiento de las medidas capitalistas, nos encontramos
actualmente en una fase de recortes de derechos sociales que amenazan con
aumentar aún más las diferencias que ya existen entre la clase alta y la
trabajadora.
Sin embargo, parece que esta primavera lo que se lleva es ser distinto a
los demás, no juntarse con “los de siempre” y vender algo nuevo y verdadero,
como en los libros de autoayuda que venden felicidad envasada; así, esta movilización, que podríamos calificar como “movilización
de la ciudadanía de izquierdas” se está produciendo, para variar y no perder la
costumbre en la izquierda española, de una manera fragmentada y separada,
encontrándonos actualmente con una amalgama de movimientos, corrientes,
asociaciones, grupúsculos, partidos, sindicatos… todos con un fin que podríamos
calificar como común, al menos en cuanto a la finalidad última que buscan o los
principios que los mueven a actuar, pero que se muestran incapaces de colaborar
más allá de para aparecer en la fotografía de la movilización de turno por el
simple hecho de mantener esa diferencia de los demás.
Es cierto que esto de lo que hablo siempre ha
sido un problema de la Izquierda, que tiende a buscar la puntilla a la
argumentación del compañero de armas, en vez de a buscar los puntos en común
con él, sin embargo en los últimos meses se ha visto especialmente incrementado
con el surgimiento del 15-M, un movimiento efectivamente necesario teniendo en
cuenta la grave crisis de la democracia que sufre nuestro sistema, así como la
connivencia con la misma de algunos dirigentes políticos y sindicales que
supuestamente deberían luchar contra ella. Es por esto que creo que este
movimiento, del que no negaré que en gran medida me siento parte, comete un
gran error cuando jalea a sus miembros contra todo lo que tenga que ver con los
sindicatos y los partidos de izquierda, puesto que olvida que éstos no son sólo
sus dirigentes, sino también sus bases, gente que lleva toda la vida luchando
en la empresa o la fábrica por defender a sus compañeros y concienciar a aquéllos
que quieran escuchar; olvida también el 15-M que es referente de actuación de
muchos ciudadanos que hasta hace poco no tenían ningún interés en la política y
economía, a los que les muestra únicamente las sombras de una ideología de que
la se desmarca públicamente, cuando es claro que, por los ideales que persigue
y los principios que enarbola no se le puede tildar de apolítico, sino todo lo
contrario.

Nos encontramos en un punto que
puede convertirse en uno de inflexión, en el momento de cambiar el rumbo y las
medidas adoptadas, que benefician cada vez más al pudiente en detrimento del
trabajador, del estudiante, del parado. Pero la diferencia entre vencer o ser
aplastados por una derecha que tiende a moverse a una radica, aunque nos cueste
llevarlo a cabo, en la unidad. Dejemos de una vez a un lado rencillas internas
y diferencias menores y luchemos juntos por aquello que nos une.
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