martes, 10 de enero de 2012

Y de pronto todos se volvieron fachas



Y de pronto, todo el mundo era facha. En el curro, en el bar y hasta tomando copas asoma alguien que suelta un rebuzno neoliberal ante el cual, otros asienten “claro, claro, es que… las empresas públicas son un derroche, los sindicatos son Satanás, los autónomos y empresarios no deben pagar impuestos (y los ricos menos, no sea que se vayan de España), la sanidad pública no se puede pagar, los planes de pensiones son el futuro, los convenios deben ser de empresa, los parados son unos vagos que no quieren trabajar, un país con muchos funcionarios no funciona y “mejor un mini-job que nada ¿no?”.

Seguro que todos hemos sido testigos de semejantes perlas previamente difundidas a todo volumen por los altavoces de los medios de comunicación de masas y a su vez previamente cocinadas en los think-tank de la derecha. Y parece que todo el mundo repite como un loro las mismas consignas, a veces con las mismas palabras, como cuando en “Z” de Costa-Gavras, el juez Jean-Louis Trintignant pilla en una mentira a dos de los sospechosos porque cuentan un suceso con la misma frase (“salto sobre él agil y veloz como un tigre”). Entonces ¿todos se han vuelto fachas? No, no es que hayan salido réplicas fachas de unas vainas, es que los fachas están crecidos, la derecha está de moda y los “ni de derechas ni de izquierdas” pues ahora –como siempre han sido- pues son más derechas que de otra cosa. A la par, los progres andan callados y agachando la cabeza mientras sufren un proceso mental curioso. La persona de izquierdas media -el peuple de gauche que dicen los franceses- intuitivamente sabe que la derecha no tiene razón y que algo no anda nada bien, pero claro, los medios supuestamente objetivos, serios y profesionales dan la razón a la derecha económica, asumen sus postulados sin mayor problema. Los medios supuestamente “progres”, en concreto la SER y El País, también asumen que hay que pagar el déficit, que no hay dinero, que hay que hacer sacrificios, que hay que pagar la deuda, que hemos vivido todos por encima de nuestras posibilidades, etc, etc, etc. El PSOE, evidentemente, no sólo ha dado esos discursos por buenos sino que ha hecho lo que la derecha hubiera hecho y todavía queda por hacer puesto que no tiene discurso alternativo; CCOO y UGT tampoco niegan la prioridad de pagar el déficit, hacen suyo el dogma de la competitividad, aceptan bajar salarios y abaratar despidos. Y el pueblo de izquierdas, excepto los que se informan diariamente por Internet leyendo economistas de izquierdas y medios alternativos, asume que si los grandes referentes de la progresía en España (con la honrosa excepción de Público, a ver cuanto dura) dan la razón a los neoliberales, por algo será. Pero aun así, la mayoría, por instinto, sabe que seguimos teniendo razón… pero no tiene argumentos para responder a los fachas de su oficina porque todos no podemos ser doctos economistas. Incluso los que llevamos mucho tiempo leyendo por Internet a gente solvente, apenas nos hemos enterado hace poco de qué ha pasado en realidad en Europa y España.

Así que, compañeros, os hago un llamamiento militante: no dejéis un solo rebuzno derechoso por rebatir en el curro o en el bar o en la comida del domingo con la familia porque seguro que hay algún pobre derrotado esperando que alguien calle la boca al facha con argumentos incontestables; está esperando que alguien le diga que seguimos teniendo razón; esperan una esperanza en la oscuridad. Hay alternativas. Hay argumentos y los hay de sobra como para ir con cabeza muy alta. Y si hay que liarla parda en el bar, se lía. Y si hay que enfadarse con la familia pues se enfada uno y ya está (han empezado ellos, después de todo). Cada uno de nosotros tiene que ser un agitador. Tema aparte es que cada uno juzgue si en el trabajo es prudente dejarse ver el plumero.  Tampoco queremos que os quedéis sin trabajo. Y aseguraos de discutir si entre los derechosos y vosotros hay gente que escuche pues generalmente no tiene sentido discutir a cara perro con el enemigo.

Un consejo: los abducidos por el neoliberalismo no son muy cultos, así que no entienden bien algunas palabras, por ejemplo, “demagogia”. Para esta gente, todo aquello que pone en el centro de la política el bienestar del ser humano y no la rentabilidad económica y el beneficio, es un argumento demagógico. Pues bien, según la RAE, demagogia es:

1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

Es decir, que para esa gente con la que vamos a batirnos dialécticamente, por ejemplo pedir que el estado vele por el bien común y la vida digna para todos es halagar los sentimientos elementales de los ciudadanos. Por supuesto, apelar al egoismo (“no pagareis impuestos”) y a la envidia (“los funcionarios/sindicalistas/parados son unos privilegiados”) no debe ser apelar a los más bajos sentimientos elementales de los ciudadanos.

Ni un rebuzno sin respuesta. No pasarán.

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